HUAICO NUESTRO DE TODOS LOS AÑOS

0
595


Reza un sabio dicho que el que no aprende de sus errores está condenado a repetirlos. Todos los años, desde que tengo memoria las lluvias de verano desencadenan terribles huaicos en la sierra y costa de nuestro país, los mismos que traen muerte, dolor y miles de millones en pérdidas materiales, que acentúan el atraso del país.
Todos los años en febrero o en marzo diferentes zonas de la costa peruana reciben el embate de la naturaleza, con enormes precipitaciones de lluvias que se producen en la sierra y provocan embalses en los cerros, que al llegar a su límite, revientan y usan sus milenarios cauces y quebradas para discurrir con toda su furia en busca del mar y a su paso arrasan con todo lo que encuentre en su camino, casas, autos, colegios, hospitales, sembradíos, ganado, animales de corral y lo más importante decenas de vidas humanas. Esto sucede todos los años y no hay voluntad de querer aprender, ni prevenir el embate de la naturaleza para reducirlo a su mínima expresión de daño.
EL NIÑO RECURRENTE
Los huaicos en Perú transcurren desde cientos de años atrás. Uno de los fenómenos más ligados a estos desastres naturales es sin duda el fenómeno del Niño, cuyo registro data desde 1450, cuando los incas se encontraban forjando el Tahuantinsuyo.
Uno de los más catastróficos que retiene la memoria en Lima es el que ocurrió en 1987. El fenómeno del Niño en el Perú no llega solo. En cuanto a Lima, los huaicos que se dieron respecto al valle del Rímac fueron alrededor de 11; no obstante, esta cifra se eleva si se cuentan otros valles ubicados en la capital peruana.
Chosica es una de las zonas más afectadas por los huaicos. Se ubica en medio de varios cerros que poseen quebradas dormidas, pero que no dudan en activarse ante las fuertes lluvias. El 9 de marzo de 1987, este distrito vivió uno de los episodios más terribles, un incontrolable corrimiento de tierra destruyó el poblado de San Antonio de Pedregal.
Los daños registrados en ese fatídico año fueron más de 1000 viviendas destruidas, 3000 personas quedaron sin vivienda, más de 100 habitantes fallecidos y decenas de personas fueron sepultadas vivas por el huaico. Los daños materiales fueron valorizados en 12.5 millones de dólares.
Las causas no solo fueron naturales, pues el desarrollo urbanístico en lugares de alta peligrosidad era ignorados por las personas, pero, sobre todo, por las autoridades que finalmente, dieron los permisos para habitar estos lugares de alta peligrosidad.
En ese tiempo el Perú, una vez más vivía sumergido en la crisis política y económica que venía de los 80, frenando la posibilidad de reconstruir el lugar. Las personas fueron reubicadas “temporalmente” en terrenos ubicados en la misma quebrada, una cosa de locos.
Diversas instituciones hicieron hincapié en que se trataba de un fenómeno que aparecería cada cierto tiempo, por lo que se realizaron estudios sobre los peligros que conlleva y las acciones de prevención.
Se publicó el Plano de Zonificación de Usos del Suelo, según la Municipalidad de Lima en 2005, aunque en el 2007, esta información se contradijo con un nuevo plano donde se considera algunas zonas en riesgo como zona residencial de densidad media.
Y ahora, nuevamente, en marzo del 2023, se vuelve a vivir un hecho similar. Un huaico de gran magnitud está azotando durante una semana Chosica, Chaclacayo, Cieneguilla, Punta Hermosa y otros distritos de la capital. En el norte del país la situación es igual o incluso peor. Las familias claman por ayuda y la turbulencia del momento ya ha generado denuncias públicas de robo que apuntan a diversas autoridades.
HUAICOS EN LIMA
Respecto a la zona de la serranía de Lima, tenemos registrados huaicos desde 1903 y son los siguientes:

  • Río Seco, Matucana (1903).
  • Matucana, Payhua (1963).
  • Santa Eulalia (1965).
  • Huariquina-Matucana (1967).
  • Pueblos Jóvenes alrededor de Lima (1970).
  • Callahuanca – Santa Eulalia (1978).
  • Torna Mesa (1981).
  • Pedregal (1987). Este fue uno de los más catastróficos registrados en Lima.
  • Huaycoloro (1996).
  • Quirio – Pedregal (1998).
    Cabe señalar que en la lista figuran solo los de mayor embergadura, pero todos los años se producen deslizamientos en zonas conocidas por todos los pobladores y las autoridades, y nadie es capaz de crear un plan general de prevención para evitar tanta pérdida de vidas humanas y materiales. Y la respuesta a este silencio criminal es que no hay voluntad, porque dejarlo así, les asegura todos los años miles de millones de soles, que pueden embolsarse impunemente, dinero que se habilita por la emergencia y se “gasta” sin mayor control.
    Por eso las mismas autoridades del Poder Ejecutivo y Legislativo no se embarcan en un plan general de prevención contra los huaicos en la sierra y costa del Perú. Yo pregunto, ¿Es tan difícil legislar para la creación de un plan general de prevención con proyección a 30 o 40 años?. De carácter prioritario y de emergencia con financiamiento inmediato dentro del presupuesto nacional. Con la exigencia de la presentación de planes de acción con fecha de inicio y termino, sujetas a su aprobación por Defensa Civil y universidades de prestigio en materia de ingeniería y seguridad. No es tan difícil señores, es cuestión de ponerse la camiseta del Perú y no de la corrupción. Hasta la próxima semana, (sino nos agarra el huaico) mis amigos de Primera.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here