EL PERÚ EN SU MOMENTO MÁS CRÍTICO

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Sin duda el Perú está atravesando su momento más crítico de los últimos 100 años. En medio de una crisis política de corrupción, que ha invadido a todas las instituciones gubernamentales y casi a todos los partidos políticos, nos invade esta pandemia que complica gravemente la situación económica y de salud pública del país.

La corrupción institucionalizada se ha posicionado de grandes sectores de los poderes del Estado, a vista y paciencia de los débiles sistemas de control, la corruptela impulsada y liderada por presidentes a quienes se les está investigando y a punto de enjuiciar como es el caso de Ollanta Humala, Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra; el único que no podrá ser presentado de grado o fuerza ante la justicia, es el desaparecido Alan García Pérez, él tendrá otro juicio mayor.

Desde el presidente Valentín Paniagua para adelante, todos los exmandatarios están siendo investigados por graves casos de corrupción en contra del Estado peruano, implicados en coimas, prebendas y refiles por cientos de millones de dólares. Para ellos la pandemia les ha caído de perlas, porque les está sirviendo para alargar sus procesos y ganar tiempo, para mover sus tentáculos dentro del Poder Judicial, para amainar la fuerza de las investigaciones y sobre todo controlar la difusión de sus procesos y las investigaciones. Incluso las medidas restrictivas han frenado las investigaciones periodísticas relacionadas a la corrupción, que claro está, no es el caso de La Primera.

La decisión para enfrentar la pandemia del covid-19 pasa por dar preferencia a dos aspectos, el económico o el de salud pública. Se tiene que optar por uno de los dos para seguir avanzando como país, elegir ambos no es funcional y no asegura el éxito de una gestión. Al parecer el gobierno transitorio del presidente Francisco Sagasti ha elegido tibiamente seguir por el factor económico. 

Se ha decretado una nueva cuarentena de 15 días, menos estricta de la que se exigió en la primera ola, y es casi seguro, que, de prolongarse, solo se hará efectiva en los lugares de peligro extremo, es decir focalizada. No hay forma de salir de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus, sin mantener el motor de la actividad económica por lo menos en tercera velocidad.

No se puede mantener la lucha por la salud pública, sin generar los recursos económicos necesarios para mantener vivo al país. Por ello es exacto decir que enfrentar la pandemia del covid 19 es como una guerra, en la cual vamos a tener que seguir avanzando al precio y costo que sea. Muchos compatriotas van a seguir cayendo víctimas de este mortal virus, es el precio de la batalla, el descuido y la desobediencia de muchos, ante el azote de una enfermedad que no tiene aún un tratamiento eficaz.

Las vacunas son el placebo emocional que el gobierno del caballeresco Sagasti le ha inyectado a la población solo para levantarles la moral. Lo cierto es que las primeras dosis no llegan en enero como lo anunciaron, sino a partir de la segunda semana de febrero, como lo señalamos nosotros a principios de enero, en un informe especial.

Lo cierto es que estamos atrasados en el tema de las vacunas y descuidados en los que respecta a la prevención de esta segunda ola, por obra y gracia de la ambición política de Manuel Merino y compañía, por sus actos y malas decisiones se perdieron dos meses de gestiones en los que se puedo apurar el paso para la instalación de plantas de oxígeno y la compra masiva de pruebas de descarte, para tener los indicadores del avance de la enfermedad en el país, y sobre todo asegurar la compra de las vacunas con diferentes laboratorios. En estos momentos todos estos protagonistas se lavan las manos como Poncio Pilatos y miran hacia otro lado.

Las emergencias de los hospitales están colapsadas hace ya una semana y en estos momentos no hay camas en las Unidades de Cuidados Intensivos. El ulular persistente de las sirenas de las ambulancias se vuelve incesante por momentos en toda la ciudad, este es un indicador trágico que la gente se está muriendo a cada minuto a causa de este virus maldito. Dramática, triste y palpable realidad que se vive en casi todo el país.

Bien dicen que está pandemia iba a sacar lo peor y lo mejor de las personas y la sociedad. Entre lo negativo basta con mostrar un botón, tenemos las amenazas de muerte que viene recibiendo el “Ángel del Oxígeno”, que por vender este elemento vital a un precio real y menor al que lo venden los mercaderes de la salud, le han puesto precio a su cabeza y está en la mira por negarse a elevar sus tarifas. Indignante realidad de una sociedad que se ve invadida por la delincuencia.

El panorama es desolador. La única luz al final del túnel son las elecciones de abril próximo, que, como alegría de pobre, nos hace creer que tiempos mejores se avecinan con un cambio de gobierno. 

A juzgar por el irresponsable y desobediente comportamiento de millones de ciudadanos, frente a las medidas preventivas de contagio del covid-19, hacen predecir que, si de este talante es la mayoría, estamos en grave riesgo de seguir en las mismas. En manos de una mayoría que opta por dispararse a los pies está el futuro del país. Muy preocupante. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.

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